En mi familia materna yo soy la última de la generación de los nietos. Vienen los abuelos, los hijos (en donde están mis padres) y los nietos. La última de los nietos soy yo. Después de mí ya hay muchos – todos más bonitos y más inteligentes – pero hacen parte de la generación de los bisnietos. Es decir, son hijos de mis primos mayores.
Este hecho privilegiado me concedió durante toda la infancia un papel fundamental en la familia. Yo era la mascota de todos mis primos. No se malinterprete, no es una queja. Tengo los mejores recuerdos de esos años, precisamente por ese hecho: yo era la mascota. Siendo la menor, siempre fui la niña la que los demás consentían, entraban a cine, metían a las reuniones de ellos, etc, etc. Me acostumbre rápidamente siempre ha estar entre gente mayor y en situaciones en las que las niñas de mi edad todavía no tenían acceso. A mi me llevaban, claro, y con la promesa de “portarme juiciosa”, pero era todo lo que me interesaba.
Ese es el papel de las mascotas. Uno lo puede ver ahora en los Olímpicos. Para más, son cinco mascotas. Y uno los ve en todos los juegos, competencias, imágenes de cámara, saludos, etc. Dicen los que anda por allá (blogs en ingles) que se ven en las estaciones de bus, en la calle, en las publicidad, en los escaparates, y hasta el cansancio. Bueno, así me veía yo cuando niña….incluso creo que también llegaba a la etapa del cansancio.
Tanto hablar sobre las mascotas olímpicas, y una pequeña labor oficinesca que me encargaron hace poco que me obligó a pensar en las mascotas de los mundiales, ferias, y juegos olímpicos de los últimos años me hizo pensar en eso. Fue ahí donde yo me acostumbre a que mis amigos fueran mayores que yo. Fueron esos años, de la mano de algún primo mayor que decidía que como no me podían dejar sola, mejor me metían al cine, a la reunión, al club, a lo que fuera, en donde yo me acostumbre a que la gente que estuviera a mí alrededor me llevara años de vida.
Fue por eso, no por asocial, que años después, cuando mis amigas de la U se habían ido del país, que mis únicos contactos sociales tenían en realidad la edad de mi hermano, cuando no la de mis primos mayores. Fueron buenos años, por que me enseñaron todo aquello que yo no había sido capaz de descubrir por cuenta propia con las pocas amigas contemporáneas que tengo. Cosas como tomar Martins, hacer parapente, preparar un cocktail de camarones (mal, jamás aprendí), mentir descaradamente en el teléfono e incluso rotarse a un pendejo presumido como si fuera un saco entre 3 amigas, lo aprendí gracias a gente mayor que yo.
La cuestión medianamente trágica es que desde que ando por estas tierras, YO soy la mayor del grupo. En la OEA sólo hay una mayor que yo (a la que busco y me pego como chicle cada que me desespero). En la familia mexicana adoptiva que encontré en estas tierras, yo soy la “hermana mayor”. Para remate, mucho mayor. Incluso soy mayor que mi jefe directo!!!.
El asunto no me había sobrepasado, claro, hasta que llegamos a la cotidianidad de compartir un apartamento con alguien 5 años menor que tu. Me esta ganando, y de lejos. No por que me moleste con ella, lo cual, afortunadamente aún no pasa, sino por que no puedo espejearme de una manera en que me siento doblemente culpable.
Primero, por que todo lo que logro pensar es “puffffff, yo ya pase por ahí y al menos se que NO volvería hacer”. Me genera la culpa del que sabe que no esta aprendiendo nada nuevo, por que todavía no sabría que SI hacer, pero definitivamente eso no, por que yo ya lo hice, ya pase por ahí, y no, no es por ahí. Y segundo, por que como no logro saber que si se hace, en realidad no hago nada. No le digo nada. Además sustentada en una debilísima teoría del estilo “dejemos que los demás también aprenda, así sea a las malas, como yo”. Que en realidad, tiene mucho más de egoísmo que de teoría.
Lo otro es que siento que podría estar aprendiendo muchas cosas más, pero ando estancada en un pseudo papel de profesora, del que no solo no sirvo, sino que no quiero servir, lo cual lo convierte en más vergonzoso. Ni siquiera he querido enseñarle rutas seguras para andar en bicicleta, bajo el principio de que a mi no me las enseño nadie.
Y todo esto, para poder contar de una manera mas o menos lógica, tratando de salir bien librada con justificaciones traídas de los cabellos, que van de mi familia a los olímpicos, para no quedar como la bruja del cuento, por que me desespero - noche de por medio - con la pregunta estupida de
- Oye, será que lo llamó yo?
Me pudre vivir así.
Wednesday, August 20, 2008
Buscando una justificación
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7 comments:
Cambiar de amistades generacionalmente se trae sus problemas. Pero aunque sirva de poco consuelo: llega a una edad donde quitarse años no pesa tanto.
No sabe qué tan alto levanto la mano. Soy también el menor de los nietos (entre 24), y por muchos años.
Es que en el fondo siempre nos negaremos a asumir el papel de los primos grandes, porque siempre seremos (o desearemos ser) los "chiquitos".
PD
Sobró un tilde en "llamó".
una tilde, digo.
Sueltele el bien usado "es su vida usted vera que hace" de los papas.
Maja querida:
No sea mugre y hable con la muchacha. Lo peor que puede pasar es que la ninha la mande al cuerno y desoiga sus consejos.
Mi situación fue totalmente diferente porque soy hija única de una familia "satélite", pero sin embargo en la U estuve también rodeada afectivamente de gente mayor.
En mis anios mozos cometí todo tipo de barbaridades, y siempre he pensado "pero sí todos se percataban del peligro y yo no, si tan sólo alguien me hubiera avisado". Imagínese que yo me quedara parada en la mitad de la calle con un camión viniendo en mi dirección a toda velocidad. No era que yo fuera guapa y estuviera dispuesta a enfrentar al destino, sino que literalmente yo no veía el camión. Aunque admito que quién sabe si en realidad hubiera escuchado los warnings de haberlos recibido.
Me hizo reir mucho.
Un saludo.
expliquele la teoria no sea mala, mire que ya hubiera yo agradecido alguien que me la hubiera explicado dos anos antes de haberla oido.
Y sabe que? si no le gusta pues consigase otra y deje de joder.
Vieja . . . habra el dia que diga . . . no me la aguanto mas y ADIOS !
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