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Wednesday, September 29, 2010

Yo me acuerdo

El día que yo conocí a Juan Gossaín me acababan de avisar que mi abuela materna se había muerto.

Guardo la memoria de ese día como una prueba más de lo mucho que los libretistas de mi vida se divierten a mis espaldas. Lo digo por que para mi una de las peores cosas que me pasaron en el 2004 fue que me abuela materna se murió. Y una de las mejores cosas que me pasaron en el 2004 fue que conocí a Juan Gossaín. Y claro, sólo a mi, ambas cosas me pasarían el mismo día.

Creo sinceramente que “La Nona”, mi abuela materna, es la culpable de que por mi sangre corra cierto espíritu periodístico. Lo digo por que no he conocido a otra persona tan experta en “meter mentiras para sacar verdades”. Con el alma de un detective especializado del FBI no había forma alguna de ocultarle las cosas. O de evitar discutir un tema con ella. O de decirle una mentira. No había forma alguna de engañarla, ni de que ella no fuera hilando solita el asunto del que uno no quería hablar. Al final todos caíamos y terminábamos haciéndole a ella las confesiones que nadie más nos hubiera arrancado. Ya quisiera yo tener la posibilidad de hacer entrevistas como ella hacía conversaciones post almuerzo, hasta conseguir que uno admitiera todo, sin vacíos ni mentiras de por medio.

De ella, además, aprendí a trabajar. Fue una de las primeras figuras femeninas en mi familia que empezó a trabajar, no por que lo necesitara, sino como una forma de aportar a la casa, de ayudar, de mantenerse independiente. Creo también que la forma en que la nona defendía su independencia y su capacidad para vivir sola hasta que el cuerpo no le aguantó el trajín, se convirtió en una guía para mi. En honor a su memoria yo no me quejo cuando me enfermó y tengo que soportar la nostalgia que genera el que no haya nadie que te alcance un vaso de agua cuando se tienen 37 grados de temperatura.

Por otro lado, no creo que no haya nadie que haya estudiado periodismo en Colombia que no haya querido trabajar y tener de maestro a Juan Gossaín. En determinado momento, yo me convencí que había entrado al mundo del periodismo por otra puerta y que tendría que conformarme con escucharlo por las mañana y en alguna oportunidad con conocerlo. Soy fiel seguidora de sus libros, de sus crónicas, de su manera de contar historia, tan cercana, ten verídica y sin pretensiones. Para mi, el mayor ejemplo que ha hecho Juan Gossaín es demostrarnos todos los días que uno puede contar una gran historia sin tener que hablar con un lenguaje rimbombante.

Yo sabía que lo iba a conocer ese 6 de Agosto, como desde una semana antes. Mi jefe de ese momento había agendado una reunión de trabajo con él y otros periodistas importantes para que nos ayudaran con un programa de televisión que se iba a pasar en vivo al día siguiente: el 07 de Agosto del 2004. A mi el tema me emocionó como ya pocas cosas me emocionaban de mi trabajo. Toda esa semana previa la preparación y producción del programa me consumió horas de trabajo en jornadas extensas y pesadísimas. Acompañadas además, con el malestar familiar que me dejaba el recibir al mismo tiempo las noticias de una nueva enfermedad de la nona, a quien mi mamá estaba cuidando para esa entonces.

Recuerdo que en la mañana del 06 de Agosto yo estaba terminando una rueda de prensa con los medios que cubrían la oficina para la que yo trabajaba. Estaba terminando de explicarles el formato y los temas que se iban a tratar al día siguiente. Afortunadamente ya habíamos acabado la parte oficial, y yo sólo estaba contestando un par de preguntas más de varios periodistas y amigos que necesitaban tener un poquito más de material para los avances noticiosos. En eso sonó mi celular con una llamada de mi papá y yo sólo le conteste para decirle que lo llamaba en 15 minutos cuando ya me hubiera desocupado. Mi papá interrumpió mis excusas para decirme las cosas en una sola frase. “Después no me llame a mi, llame a su mamá por que su nona se murió”.

La verdad es que yo no pensaba devolverle la llamada a mi papá a los 15 minutos, por que saliendo de esa rueda de prensa entraba a la reunión con Juan Gossaín. Estaban ya en la sala de juntas de la oficina esperando a que mi jefe y yo despidiéramos a los últimos periodistas. Iba ser una jornada casi sin pausas hasta la grabación en vivo y yo lo sabía, pero la frase de mi papá me dejo tan en seco, tan sorprendida y en sock que ni siquiera pude recordar para dónde estaba la sala de juntas.

Me despedí como pude de los últimos colegas y corrí a mi oficina a llamar a mi mamá, quien me confirmó la noticia. La nona se había ido por que literal su cuerpo no aguanto más. Le avise a ella que yo iba a hacer todo lo posible por viajar al otro día, pero que en ese momento era imposible que yo me saliera de mi oficina, pues por que, tenía a Juan Gossaín y otros cinco directores de medios metidos en una sala de juntas esperándome.

Me acuerdo que mi jefe me dio el pésame y cinco minutos para recomponerme. Y después nos sentamos a trabajar. Recuerdo mucho esa reunión de trabajo por que en realidad trabajamos mucho. Nos ayudaron con el formato del programa, con las preguntas, con los temas, y sólo casi al final de la jornada, empezaron a intercambiar anécdotas de gajes del oficio que compartían. Y recuerdo mucho como me sentía yo en esa reunión. Me debatía mucho entre la felicidad de ser testigo de una reunión así (no todos los días uno junta a 6 directores de medios del país) y la emoción de que por mi trabajo yo estuviera ahí presente y la tristeza de saber que mientras todo esto pasaba, mi nona se había muerto.

Y recuerdo qué lo pensé: “Carajo, vengo a conocer a Juan Gossaín el único día en que no tengo ganas de sentirme feliz por ello”.

Y todo esto lo escribo por que hoy leí una columna de Juan Gossaín en donde cuenta las cosas que él se acuerda. Yo estoy segurísima que él no se acuerda de esa reunión en la Vicepresidencia, antes de la primera jornada de rendición de cuentas del Gobierno Nacional el 06 de Agosto del 2004.

Pero yo si.