Lecciones de URbanidad

Haciendo estos ejercicios tan perversos que son los balances de cuentas, el otro día con un amigo, llegué a la firme conclusión que a mi lo único que todavía me cuesta trabajo en adaptación cultural, y que sigue siendo un choque, es el asunto este de la “cordialidad”.

En resumidas cuentas yo acá me he dado cuenta de lo mal educada que soy. Una atarvana de primera. Miremos

• Sigo sin acordarme que al “provecho” que antecede toda comida en México se debe responder con un gracias. Es que a mi ese provecho me sigue pareciendo más parecido a nuestro “pero cometé alguito” que la tradicional fórmula de cortesía que dicen acá que es. No se. Además que cuando me acuerdo que hay que decir gracias ya hace media hora mi interlocutor abandono el recinto.
• Definitivamente no puedo con esto de los saludos de besos y abrazos a figuras de autoridad. Jefes, profesores y directores de mercadotecnia para nombrar algunos. Y resulta que dicta la norma que yo los salude de beso y abrazo. Pero Cómo!!!! Si 10 minutos después de semejante muestra de afecto me van a estar putiando por que la propuesta no quedo, o volviéndome mierda el trabajo de toda una semana, o acabando con una muy buena idea de desarrollo mía. Y así, así!!! me piden semejante afecto. Lo siento, es algo que no proceso todavía.
• Sigo sin entender que se supone que debemos hacer las mujeres en esos nanosegundos – Ohhh largos segundos ----en que demora el tipo con el que venías hablando muy bien en bajarse y abrirte la puerta del carro. Admito que ya he encontrado ocasiones en donde el asunto si fluye: cuando es notorio que se van a bajar y que van a ser caballerosos. Pero esos que en la mitad de una gran conversación, de la explicación más importante del trauma de infancia, de la revelación más trascendental deciden bajarse parar abrirte la puerta me sigue pareciendo el más vulgar del coitos interrumpus. Y normalmente es el principio de la jornada, a uno todavía la falta toda una cena con ellos.
• La gente acá debería saber que los sagitarianos somos torpes por naturaleza. Y con ese conocimiento no deberían frenar en seco para que sea una (UNA!!) la primera que pasa por cualquier puerta. Acá, para hacerles un resumen, me vivo llevando a la gente por delante y no es un eufemismo. ME estrello con la gente, por que a la gente le da por frenar sin avisar!. Así de sencillo. Es muy difícil no caer en ese circulo vicioso cuando eres lo que los gringos llamarían “clumsy”.
• Y por supuesto, y es mi mas grave error, sigo sin entender el asunto este de que acá todo termine haciéndose en mi casa, por pura generosidad. Uds fueran testigos de esas conversaciones: “estaba viento televisión en tu casa”, “estábamos en tu casa comiendo”, “estaba él en su casa, suya de ud, cuando oyó”. No se, si realmente todo sucediera en mi casa yo no estaría escribiendo tareas como enferma, no?. Y después esperan que uno les de las gracias. Pero por qué!!! si en mi casa (la mía, mía) no paso no mierd!!!.

Ahora, haciendo justicia si hay muchas cosas que he aprendido: a llegar tarde, a no llegar, a no devolver llamadas, a desaparecerme, a salir todavía con luz de la oficina, a dormirme en el bus (camión) y hasta soñar, a contestar “qué crees” y a decir “al ratito”. Cosas que no tienen precio.