Es un tema recurrente con toda la gente que ahora anda metida en el mundo de hacer ejercicio en serio. Y cuando digo “en serio” es pasar a hacer ejercicio al menos 5 días de la semana por más de una hora. Todos los que andamos en esa onda, hemos llegado a la misma conclusión: lo primero que te salta es la necesidad de aprender a escuchar tu cuerpo, leer las señales, entender tus músculos.
Son vainas en las que yo jamás había pensado. Pero claro, si uno se despierta a hacer ejercicio y a la mitad de la jornada siente que muere de hambre, no hay que ser muy inteligente para entender que tu cuerpo necesita que comas algo ANTES de los 30 kms. No sólo después. Y así, uno se va escuchando y se va entendiendo.
Son vainas en las que yo jamás había pensado. Pero claro, si uno se despierta a hacer ejercicio y a la mitad de la jornada siente que muere de hambre, no hay que ser muy inteligente para entender que tu cuerpo necesita que comas algo ANTES de los 30 kms. No sólo después. Y así, uno se va escuchando y se va entendiendo.
Y de esas largas conversaciones con mis músculos, mi estomago y mi cerebro he empezado a desarrollar una teoría, que además creo que sirve para muchas cosas más: dejemos de pensar y/o sentir con el estomago.
Sobre todo las mujeres estamos más que acostumbradas a somatizarlo todo y a creer que todo mal del cuerpo es una vaina psicológica y viceversa. Y entonces, se llega al absurdo trágico-cómico del que cree que se siente muy solo, y lo único que anda sintiendo de verdad es hambre. O el que piensa que está deprimido y está cansado, o el que cree que está nervioso y tiene es un rush de azúcar ni el bestial. Y así, ad nauseam.
La verdad es que ayuda mucho en este mundo dejar de ser tan emocional. Yo tengo temas, sobre todo ahora que soy tía, que me generan una respuesta emocional inmediata que aún no logro controlar. Hablar de mi sobrino y ver sus fotos y videos generalmente me pone al borde del llanto. Está bien, pero entender que eso me pasa y que es un proceso generado por el momento de vida en que estoy, dista mucho de irme a admitir que es que me URGE tener un hijo y sobre todo mandarme a tener uno con el primero que se me atraviese y sin considerar si quiera la seguridad de ese bebe. Uno no puede seguir pensando con las viseras y sobre TODO no puede seguir tomando decisiones trascendentales basados en sensaciones ocurridas con el estomago.
El otro día le decía a un amigo que el 100% de los casos que yo conozco de gente que se casó y se puso a tener hijos por que en determinado momento sintieron que no podían seguir con tanta soledad, está en este momento viviendo una separación, con distintos grados de dificultad, a según la historia. Y lo que creo es que esa gente no se sentía sola: se sentía con hambre, con una baja de azúcar, con lo que ud quiera, y pensó que esas mariposas en el estomago eran razón más que suficiente para cambiar el rumbo de su vida.
Lección: las mariposas en el estomago pueden ser una de las mejores sensaciones, pero uno tiene que dejar de gobernar su vida por los bichos de la barriga. Y aprender a purgarse. O a controlarse, llámelo como quiera.
Yo me sigo sorprendiendo por lo que la gente es capaz de hacer y negociar por miedo a la soledad. Pero hasta el momento no había entendido la cantidad de decisiones que se toman en el mundo por que la gente piensa con el estomago. Impresionante.
Así, mientras aprendo a saber si el dolor de la pierna es un anuncio de calambre, o que en realidad estoy sentándome de manera incorrecta en la bici, también ando aprendiendo a no pensar con el estomago. A dejar de ser una persona emocional, para empezar a tener un poco de pensamiento racional.
Y por supuesto, eso me aleja de todo el mundo.
Pero que levante la mano el que me entienda.