Tengo cierto problema con la necesidad de
competir. Me parece que está mal usar
un puntaje como motivación. Además, a quien tratas de engañar?. Al final, los
puntajes de todo el mundo no tienen ningún valor.
Lo importante es si disfrutaste, si aprendiste algo haciendo lo que sea. Nada
más tiene importancia.
Sin embargo, mi intolerancia a la
competencia hace que sea una minoría
entre las minorías: mujer, extranjera, sola, etc, etc, etc. Y además: poco
competitiva. No luce, les digo.
En
algún momento la raza se compró la
idea de que tienes que ganar. Y ser mejor que los demás. No termino de entender
por qué. Supongo que el primer endiosado
por que ganó decidió pasar el chisme: “sube,
que desde la punta de la pirámide se ve todo mejor”. No lo se. Y nos guió al abismo les digo.
Conozco gente que asocia el ganar con un
placer casi sexual. Una vaina
impresionante. Dirían los mexicanos: “chafo
el tema chavo”. En general la gente cree que el que gana es como un dios.
Como si tuviera poderes o algo
especial. Va les creo que esto de entrenar, practicar, aprender no lo hace
cualquiera. Cierto, necesitas desarrollar interés en lo que estás haciendo y a
partir de ahí, mejorar. Pero tampoco es
que tengas un alijo de capacidades
superiores a las de cualquiera. Es más perseverancia, constancia o
tozudez. Y para aquellos que disfrutamos
más la trama que el desenlace, pues la verdad es que termina siendo demasiado.
No es que las medallas sobren. Claro, a todos nos gusta ser celebrados. Pero cuando esa es
tu mayor motivación, para mí ya no sirve. Bien lo diría Drexler: en serio me
gusta más la trama que el desenlace. El asunto es que la gente se agarra de las
cosas mas inocuas para darse crédito: los tennis que usas, la marca de la ropa
que compras, el celular que tienes, y ya entrados en gastos: las micas del iphone, ipad y demás aparatos
que tienes. Por no hablar de las medallas, les digo.
Me gustaría que más gente entendiera que
cualquier moneda eventualmente pierde el peso: pregúntenselo a las Guineas.
Aferrarse a una medalla, es dejarle tu autoestima a un pedazo de
metal. Que no se me malinterprete: más que nunca entiendo la necesidad del ser
humano de plantearse retos, de ponerse nuevas metas. Pero eso a un nivel
personal. Sin la necesidad de sumar puntos y ganarle a alguien más. Al único
que necesitas convencer de que eres un éxito es a ti mismo. Comparar el querer
ser una mejor persona, con el afán de ganar medallas es como comparar una piña y una alpargata (Colombia dixit)
Ahora bien: “yo respeto” como dirían por
estas fechas por estas tierras. Total, si quieres hacer de una medalla tu
peregrinación anual a la Meca, está
bien. A mi me puedes poner a arder en una pira
por apócrifa. La escena puede ser incluso como nos la enseñó el cine: la
victima, vestida sólo con un batín, tusada y lista para la hoguera mira con
cierta altanería a quién la ha condenado. A mí que más me da. De peores cosas
me han acusado.
En todo caso, siempre habrá amigos que te
propongan nuevos retos. Uno de mis
mejores amigos siempre dice que para aventuras nuevas a uno sólo le falta quien
se las secunde. Ese es mi deseo más
grande: encontrar gente a la que al reconocimiento le valga queso (mexican dixit) pero la
experiencia y la aventura sea el todo.
Como el proceso de construir este post. Levante
la mano el que me entieda.
PD Aclaratoria: este post es el resultado
de un reto impuesto por Mau Sánchez, para jugar apalabrados, no por los puntos,
sino por las palabras. Con las que después había que escribir un post. Yo, además,
me impuse de reto que no fuera algo auto referenciado y que tuviera sentido. Espero
haberlo logrado. Reto Cumplido. Sobra decirles: las palabras que están en negrita, fueron jugadas. Y yo perdí, as usual.